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La pandemia aún no vislumbra un final a corto plazo y con ello se ha intensificado la necesidad del distanciamiento físico y transportes amigables para contener la enfermedad. Más ciclistas y personas a pie escogerán estas alternativas para trasladarse de forma más segura. Más que nunca debemos proteger a peatones y ciclistas. Incluso si no andamos en bicicleta.

Más ciclistas que nunca mueren en las calles.
De acuerdo a las estadísticas dispuestas en el portal de la Agencia de Tránsito Municipal, los siniestros que involucran bicicletas casi se duplicaron el año pasado en relación con el año anterior. De 130 sucesos en 2019, en 2020, año de la pandemia, este dato llegó a 208; es decir, hubo un incremento de 60 %. Asimismo, los siniestros de ciclistas provocaron 23 fallecidos el año pasado, el doble en contraste con 2019 (10 víctimas).
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Si bien es cierto que los incidentes que implican a este tipo de transporte aparentemente no representan un alto porcentaje en relación a los siniestros que involucran automóviles (31.6 % del total de siniestros de 2020, 16.972) o motocicletas (21.6 %), en todos los casos la causa más probable es la conducción inapropiada: el conductor en general va desatento a las condiciones de tránsito a las cuales se enfrenta. En segundo lugar está la falta de respeto a las señales reglamentarias, como los discos PARE, ceder el paso, o hacer caso a la luz roja, entre otras.

En otras palabras: los conductores de automotores cada vez están más distraídos e imprudentes que nunca.
Conflicto de territorio
Durante años hemos adoptado un enfoque de doble cara para las personas que caminan y andan en bicicleta. Por un lado, las ignoramos y, con ello, sus necesidades, con la justificación de que, como representan un porcentaje de tráfico tan pequeño, no merecen una atención seria.
Por otro lado, la sociedad se ha encargado de avergonzar o culpar a las personas que no se apartan a tiempo del camino de los automóviles y camiones, mientras caminan o andan en bicicleta.

La Cazzetta.
Los ciclistas, que se centran en gran medida en maniobrar a través del tráfico de vehículos y no ser golpeados, a veces no se dan cuenta de cómo ponen en peligro a los peatones. Las personas que viajan a pie a menudo se sienten asediadas tanto por los carros a toda velocidad.
Como muchos conflictos a nivel de calle, este es sobre territorio, afirma Jay Walljasper, de AARP Livable Communities.”La ansiedad y el rechazo que mucha gente siente por los ciclistas se debe a que tenemos calles diseñadas para el conflicto. Todos están nerviosos, porque nadie sabe a dónde pertenecen las bicicletas”, observa Randy Neufeld, director del Fondo de Ciclismo SRAM.
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La solución obvia es compartir las calles proporcionando un espacio para cada grupo. Pero para muchos no es tan obvio: los proyectos amigables con las bicicletas siempre tienden a ser convenientes incluso para las personas que nunca andarán en bicicleta.
Seguridad para uno es seguridad para todos
La infraestructura para bicicletas reduce la frecuencia de choques, calma el tráfico al reducir el ancho de la carretera, lo que indica a los automovilistas que deben conducir con más cuidado. Los carriles para bicicletas también reducen la distancia que los peatones están en contacto con los motorizados al cruzar la calle. Esto solo significa más seguridad para todos.
Dan Burden, fundador de Walkable and Livable Communities Institute, lo explica con otras palabras: “Siempre he dicho que el atractivo de las ciclovías no es lo que hacen para ciclistas, sino lo que hacen para toda la comunidad. Son excelentes para los conductores, porque hacen que sea más seguro entrar y salir de los automóviles estacionados. Son excelentes para los caminantes, porque crean más distancia entre la acera y los vehículos a alta velocidad.”
Es por eso que los carriles exclusivos para bicicletas pueden eliminar el caos y la desorganización y así no todos estamos peleando por el mismo espacio.
¡Ciudad más chévere!
“Andar en bicicleta hace que las ciudades sean más atractivas“, recuerda Guillermo Peñalosa, fundador de 8 80 Cities. La calidad del aire es mejor y la cantidad de ruido es menor. Es más probable que conozca a sus vecinos y se detenga para conversar, o pase más tiempo en los cafés de su barrio.

Más bicicletas en las calles y menos automóviles también disminuyen otras formas de contaminación. Un estudio del Worldwatch Institute descubrió que cambiar un automóvil por una bicicleta en viajes cortos de 5 o 6 km al trabajo, y viceversa, generaría 2,000 libras menos de carbono cada año.
¿Y quién no quiere vivir en una ciudad así? ¿’Sacar pecho’ porque su urbe es limpia y más verde? Pero, sobre todo, más segura para todos.
#LaBiciEsElCambio

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