Querida Santa Bici:

Te escribimos desde Guayaquil, esa ciudad cálida donde el sol pega fuerte… y el carro también. Acá, al parecer, la Navidad dura todo el año para los motores: luces, bocinas, carreras, y una fe casi religiosa en que “un puente más” nos va a llevar directo a la felicidad. Por eso pensamos: si alguien puede traer un milagro envuelto en papel brillante, eres tú.

Este año no queremos muñecos ni bicicletas de adorno para la foto. Queremos regalos que se noten en la calle y se sientan en el cuerpo cuando uno camina o pedalea sin miedo. Queremos ciclovías seguras y conectadas, de esas que no se borran con la primera lluvia ni se resuelven con un balde de pintura. Queremos calles amigables, con árboles, sombra, espacio y respeto. Queremos cruces peatonales seguros a nivel, para que atravesar una avenida no se sienta como apostar la vida. Queremos cicloparqueos de verdad en parques, comercios, escuelas y paradas de transporte, para que la bici deje de ser “valiente” y pase a ser simplemente normal.

Y ya que estás repartiendo esperanza, trae también inversión real para el transporte público: más frecuencia, más seguridad, mejor calidad y accesibilidad. Que subirse a un bus no sea una prueba de paciencia ni una ruleta diaria. Que moverse sin carro no sea un castigo, sino una opción digna y confiable.

No te lo pedimos por capricho. Te lo pedimos porque esta ciudad ha aprendido demasiado a la mala. Hemos visto siniestros viales que no deberían existir y hemos perdido ciclistas y peatones que solo estaban intentando llegar. Cada ausencia deja un silencio enorme y una pregunta que duele: ¿por qué el apuro vale más que una vida? Por eso repetimos, como deseo y como urgencia: “Menos velocidad, más vidas”. Porque detrás de cada trayecto hay alguien que espera. Porque, aunque suene simple, es verdad: “En casa me esperan”.

Santa, necesitamos un cambio de visión. Menos ciudad pro carro y más ciudad para personas. Menos “apúrate” y más “llega”. Menos ruido y más barrio. Menos miedo y más encuentro. Que Guayaquil se atreva a renacer desde lo esencial: el derecho a movernos sin arriesgarnos.

Que el mejor regalo sea volver a casa: menos velocidad, más vidas.

Atentamente,

Colectivo Ciudadano Masa Crítica Guayaquil


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