Nuestro colaborador Orlando Hermida recoge la situación medioambiental de Guayaquil que, al igual que muchas ciudades del mundo en esta cuarentena por coronavirus, lucen limpias, con el cielo despejado, con animales en las vías, esas mismas calles que nos hemos acostumbrado a ver invadidas de autos que van a exceso de velocidad, y provocando contaminación.
Es muy bien conocido que el ser humano, ante la presencia del peligro, tiende a agudizar sus sentidos como una forma de autodefensa inconsciente. Es así que, al ingresar a un barrio desconocido se tiende a mirar hacia todas partes, o si estamos escuchando música, bajamos el volumen.
En la primera semana de cuarentena, en el barrio San Eduardo en Guayaquil, bajó la tendencia a escuchar música con alto volumen durante el día como en la noche. Probablemente, al efecto mencionado, “nuestros sentidos están agudizados ante la amenaza del COVID-19″. Ahora es posible escuchar el trino de las aves en las mañanas, las calles están evidentemente más limpias, ante la falta de transeúntes o por la limpieza de las veredas de los vecinos, ante posibles consecuencias por la falta de higiene, y también menos automotores ante las restricciones vehiculares, con lo cual facilitó el cruce peatonal y redujo el ruido en la avenida Barcelona.

La mejora de calidad ambiental con respecto a la disminución de nuestras actividades cotidianas no es un nuevo descubrimiento, pero la muestra que ocurre en este mencionado sector de la ciudad, nos enseña que los principales contaminadores somos los mismos vecinos que impactamos el ambiente y el bienestar del prójimo con actividades que no son justificables, como la música en alto volumen, desaseo de nuestras veredas, expectoraciones en las calles e incluso desorden. Personalmente, pude apreciar que en las tiendas del barrio, los vecinos mantienen su distancia y el tendero atiende en orden de llegada. ¿Tuvimos que llegar a ser víctimas de una pandemia para aprender normas de buena convivencia?
Con la reducción del tráfico en la avenida Barcelona, es posible escuchar el trino de las aves en los remanentes del manglar del Estero Salado, a partir de las 18:00. Es muy pronto adelantar que ha mejorado la calidad de aire, ya que se necesitarían instrumentos de medición para asegurar esto, pero estoy seguro que en los próximos días, en una mañana, podremos avistar la cordillera en el horizonte.
De igual manera está pasando en muchas ciudades del mundo donde la naturaleza recupera su espacio.
Sepan ustedes juzgarlo y decirnos si también ocurre lo mismo en su sector residencial.
